viernes, 24 de septiembre de 2010

IMÁGENES ANÓNIMAS Y ATRIBUCIONES EN LA SEMANA SANTA DE CARTAGENA

Hasta no hace muchos años, no parecía relevante para los propietarios de imágenes, cuadros u otros elementos patrimoniales de valor artístico conocer el autor de éste, máxime si como en el caso de parroquias, o cofradías lo importante era el valor devocional de la obra, muy por encima de los aspectos artísticos. Incluso la conservación de este patrimonio pasó por verdaderas dificultades, dado que en muchos casos se trataba de forma lesiva tanto en su exposición habitual, como en actos de culto y, no digamos, por restauraciones de gran voluntarismo pero escaso conocimiento.

Así, no sólo la autoría, sino los aspectos relevantes del encargo de una pieza o su discurrir por varios conventos o iglesias nos son hoy desconocidos en la mayor parte de los casos. Suelen quedar al margen de esa cuestión las obras de autores de renombre, aunque en ese caso el problema viene por la atribución de alguna pieza que, en muchos casos, claramente tiene una factura inferior, aunque para los propietarios a veces supone toda una afrenta que se cuestione siquiera la posibilidad de que fuera realizada por un gran maestro.

En los últimos años los profesionales de la conservación y restauración del patrimonio artístico han avanzado de forma notable en la disposición de recursos técnicos que le permiten, en muchos casos, llevar a cabo atribuciones de imágenes cuyo autor era desconocido o cuya autoría había sido fijada de forma errónea. Al margen de las autoría establecidas en nuestro entorno en imágenes como las de Marcos Laborda, en las que un endoscopio ha podido encontrar la firma del autor en el interior de éstas, en Cartagena contamos con un caso muy significativo.

El Centro de Restauración de la Comunidad Autónoma entregó en 2008 las imágenes de San Francisco de Asís y San Antonio que se encuentran al culto en la iglesia de la Caridad. Ambas fueron analizadas por un procedimiento de estratigrafía, mediante una comparación de la composición química de policromía y madera, lo que permitió establecer su autoría por el relevante escultor genovés Antón María Maragliano (1664-1739).

Pero entrando en materia procesionista, para nuestra desgracia casi todas las imágenes cuya autoría suscita alguna controversia fueron destruidas en la Guerra Civil, por lo que es imposible tratarlas con procedimientos como los mencionados a la hora de establecer una autoría que, en muchos casos, aparece como claramente cuestionable. Con todo, sí hay una serie de datos que se conservan y que parece que podrían arrojar algo de luz tanto en aquellas imágenes que se consideran tradicionalmente como anónimas como en otras en las que parece demostrado que su atribución es errónea.

Aunque no fue propiamente una imagen de Semana Santa, dado que en origen su cofradía era devocional y no penitencial, la primera de todas sería la del Cristo del Socorro. La antigua imagen, de autor desconocido, se veneraba en su capilla de la Catedral Antigua y sobre ésta se han escrito todo tipo de especulaciones sobre su origen o sobre su datación, llegando incluso a afirmar que probablemente hubiera venido de América. Sin embargo, la extraordinaria similitud con la imagen del Cristo de Zalamea, que se conserva en el Hospital Reina Sofía de Murcia, hace muy factible que ambas salieran de idéntica mano. La imagen del Cristo de Zalamea fue restaurada en 2006 por el Centro de Restauración de la Comunidad Autónoma fijando su procedencia en el comienzo del siglo XVI en el círculo de Jerónimo Quijano (1500-1563), autoría y procedencia que con toda seguridad compartiría el desaparecido Cristo del Socorro.

Mucho más curioso es el caso de la Cofradía California. Aunque en la misma no consta “oficialmente” ninguna de sus obras como anónima, sí que aparecen algunas atribuciones más que discutibles.

La primera de éstas sería el grupo de la Santa Cena, que adquirieron en Elche en 1883 y que estaba atribuido a Francisco Salzillo (1707-1783). Aunque la simple contemplación del grupo en las escasas fotografías que del mismo se conservan ya hacía patente que de ningún modo podía haberlo realizado Salzillo, no sería hasta el año 2006 en que un artículo del historiador del Arte Joaquín Sáez Vidal, publicado en la revista Imafronte del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Murcia, cuando se fijara claramente la autoría del mismo por Antonio Riudavest en 1851. De Riudavest se conocen pocos datos, salvo su vecindad, a mediados del siglo XIX en Orihuela, donde realizó diversas obras.

Igualmente se ha publicado en estos últimos años la imposible autoría de Roque López (1707-1811) sobre la imagen de San Pedro, que le ha sido atribuida tradicionalmente al imaginero de Santomera. La Cofradía California conserva la mayor parte de la documentación fundacional de la misma; al menos la relativa a las actas en las que quedan reflejadas las contrataciones que realizaron de las imágenes con las que iniciaron su andadura procesional a partir de 1747. En ellas no refleja otra cuestión que la incorporación, a partir de 1755 de la imagen de San Pedro, que procesionarían los destajistas de jarcias del Arsenal, para lo que contaban con la imagen que éstos poseían. Una simple resta nos ofrece la imposibilidad de que López fuera el autor de la talla, toda vez que había nacido en agosto de 1747 y contaba tan sólo con siete años y medio cuando San Pedro comenzó su vida california, una edad en la que, evidentemente, aún no trabajaba. Incluso el estilo de éste, que puede ser contemplado por ejemplo en la imagen de San Pedro que realizara para Jumilla es claramente diferente al de la desaparecida imagen california, que se percibe claramente de factura anterior al estilo imperante a finales del XVIII. Queda ésta por tanto como anónima, sin que existan datos para establecer una autoría. La posibilidad, muy cómoda eso sí para las atribuciones, de establecer que posteriormente sería sustituida, es muy socorrida, pero como se ha visto, descartada por la no mención de este hecho en unas actas que se conservan.

El caso contrario, el de conocer perfectamente al autor, lo encontramos en la imagen de San Juan Evangelista, que aunque siempre ha aparecido como obra de Francisco Salzillo (sin que no exista en las mencionadas actas dato alguno de esa contratación) conserva todo un historial de documentos en los que se menciona en todo momento su auténtico autor, que sería posterior y convenientemente olvidado. Tanto en las relaciones de imágenes existentes en la iglesia de Santa María de Gracia en el siglo XVIII como en el inventario más exhaustivo que tuvo lugar a finales del siglo XIX, documentos reflejados por Rubio Paredes en su obra sobre Santa María de Gracia la imagen de San Juan Evangelista es siempre mencionada como obra de Juan Pascual, un artista local, conocido como “el escultor de la mona”, que trabajara en el Arsenal y que también era el responsable de los elementos ornamentales de la capilla california.

En el caso de los marrajos no hay datos reales sobre la autoría de ninguna de las imágenes que procesionara entre 1663 y 1881, cuando para el grupo del Calvario Juan Miguel Cervantes (1851-1919) talla las imágenes de la Magdalena y la Virgen, que habrían de ser las primeras obras marrajas que aparecen documentadas en lo relativo a su autoría.

El antiguo Titular era anónimo, y por sus rasgos podría datarse entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII. Sin embargo, no se conserva ningún indicio relevante sobre la autoría de esta imagen. La de San Juan Evangelista se ha considerado tradicionalmente como de Francisco Salzillo, llegando incluso a apuntar su origen en torno a 1750. No hay tampoco ningún documento que respalde una atribución que, al menos, no presenta incompatibilidad formal con lo que de la imagen se conoce a través de fotografías.

Más llamativo es el caso del antiguo Cristo de la Agonía, de propiedad municipal, que se encontraba al culto en el antiguo Penal y que durante décadas, incluso antes de la Guerra Civil, fue atribuido de forma sorprendente al escultor jinennense Juan Martínez Montañés (1568-1649). Es obvio, para cualquier historiador del arte, que el estilo de la obra es diametralmente distinto, aun realizándose sobre fotografías. Mucho más coherente es la atribución que los profesores Belda y Hernández Albaladejo hacen de esta obra a Francisco Salzillo, una atribución que, en cualquier caso, no resuelve las dudas que presenta, por ejemplo una desnudez absolutamente inusual en la obra de Salzillo y que por el contrario presenta el desaparecido Cristo de la Agonía. Podría ser quizá más plausible la atribución que López Martínez hace de esta obra en la escuela napolitana, sin que podamos hacer otra cosa que mencionarla como anónima indicando, eso sí, las posibles atribuciones.

El caso más curioso es el de la Dolorosa que procesionamos los marrajos desde 1966, cuando Sánchez Lozano restaura un antiguo busto que había aparecido y que él atribuye a Salzillo. No es descartable en modo alguno esa posible autoría, si bien siendo conscientes de que no existe antecedente alguno de una imagen de esa procedencia y tipología en la Cofradía Marraja, en la que hasta 1879 la Soledad procesionaba en ambas procesiones de Viernes Santo y que la que se incorporó en el Encuentro a partir de 1880, por cesión a la parroquia castrense por parte del Capitán General, no era ni de ese autor ni de la misma iconografía.

Parece por tanto que, a la vista de las atribuciones que se han realizado “de forma tradicional” y se han demostrado erróneas lo correcto sería la catalogación como anónimas de cualquiera de las mencionadas, evitando de esa forma aumentar la confusión entre los que en un futuro pudieran dedicarse al estudio de las mismas.

BIBLIOGRAFÍA:

ALCARAZ PERAGÓN, Agustín. 'Marrajos de la Agonía'. Ed. Agrupación Santa Agonía (Marrajos). Cartagena, 2006.
Centro de Restauración de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Catálogo de Obras Restauradas 1998-2007. Ed. Comunidad Autónoma. Murcia, 2009.
HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Andrés. 'Oro viejo de pasión california'. Ed. Áglaya. Cartagena, 2004
ORTÍZ MARTÍNEZ, Diego. 'De Francisco Salzillo a Francisco Requena: La escultura en Cartagena en los siglos XVIII y XIX'. Ed. Asociación Belenista de Cartagena-La Unión. Cartagena, 1998.
RUBIO PAREDES, José María. 'El templo de Santa María de Gracia de Cartagena heredero de la Catedral Antigua'. Ed. Junta de Cofradías de Semana Santa. Cartagena, 1987
SÁEZ VIDAL, Joaquín. 'El antiguo paso de La Cena de Alicante obra de Antonio Riudavest (1851)'. En Imafronte nº17. Ed. Universidad de Murcia. Murcia, 2003.

Publicado en 'Arriba el Trono' 2009