miércoles, 30 de marzo de 2011

EL ANTIGUO CORTEJO DEL YACENTE. LA PROCESIÓN DEL SANTO ENTIERRO ENTRE 1663 Y 1880

Existe una cierta costumbre de considerar que, de las dos procesiones marrajas de Viernes Santo, la de la Madrugada o de la Calle de la Amargura presentaba antiguamente un carácter más “teatral”, al representarse en la misma el acto del Encuentro, mientras la de la Noche o Santo Entierro tenía una configuración diferente, más austera y solemne. Esta es una percepción falsa, pues como trataré de explicar, ambas procesiones tenían en sus orígenes y durante sus dos primeros siglos de existencia, una configuración y un sentido similar, en el que la espectacularidad de la escena mostrada durante la noche era incluso superior a la de la Madrugada, aunque en ella no participara el Titular de los marrajos, sino que se centrara en la figura del Cristo Yacente.

Cuando en 1663 el Obispo de Cartagena, Juan Bravo, autoriza a los marrajos la realización de las procesiones de Viernes Santo, éstos configuran un discurso procesional íntimamente ligado a las ceremonias y oficios de Semana Santa en los que toman parte activa, los del convento de San Isidoro, de la Orden de Predicadores (Dominicos). Así, podríamos decir que en realidad todos, oficios y procesiones, constituyen una única ceremonia, la de la conmemoración de la Pasión y Muerte de Cristo. En dicha liturgia, los frailes y fieles tienen su lugar, como también los personajes que vivieron los duros momentos de la Pasión en la Jerusalén del siglo I, sólo que estos últimos representados –como es lógico- por imágenes que tomarán parte en los cortejos procesionales cada una en su propio trono.

Gracias a un antiguo texto, del que tan solo se conserva la referencia de su reproducción por Federico Casal en El Noticiero (1) y llamado “Método y Orden que se debe practicar en la Semana Santa en el Convento de Santo Domingo con su comunidad y arreglo de las procesiones de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno”, conocemos algo de aquella celebración de la Pasión por los marrajos. Aun cuando no tenemos una descripción minuciosa de aquellos actos, sí podemos obtener una idea aproximada.

En la tarde del Jueves Santo los dominicos comenzaban su celebración de los oficios litúrgicos, cuya culminación era –lo sigue siendo- el traslado del Santísimo al Monumento que se había instalado en la iglesia conventual de Santo Domingo. En ese momento, tal y como refleja el documento mencionado, la llave del sagrario era entregada por el prior de la Orden al Hermano Mayor de los Marrajos, que la colocaba en las manos del Titular de la Cofradía, el Nazareno, que la llevaría allí durante la procesión de la Madrugada (2).

Recogían entonces los cofrades el relevo de los frailes, y el Nazareno salía en su trono a las calles de la ciudad, recorriendo la calle de la Amargura, rememorando sus últimos momentos antes de ser crucificado. En dicho camino encontraba a la Verónica, que llevaba en sus manos el paño con el que limpió el rostro de Cristo, y a la Soledad, que iba precedida por el apóstol San Juan, cada uno en su trono. El acto el Encuentro, como es sabido, tuvo lugar hasta 1761 en la plaza Mayor (del Ayuntamiento) y desde ese año en la de la Merced. En aquella procesión, tras el trono del Titular, figuraba, en lugar preferente, la comunidad de los dominicos.

Recogida la procesión, tenían lugar en su momento a lo largo del día, los oficios del Viernes Santo, y entre ellos el acto del Desenclavamiento y la colocación del Yacente en su trono. Comenzaba entonces el cortejo fúnebre de Cristo, el Santo Entierro, cuya espectacularidad sería, sin duda alguna, de un gran impacto para los ciudadanos de la época.

Imaginemos por un momento aquella procesión, entre las calles a oscuras, en una ciudad que estaba lejos de tener alumbrado público. Partía de Santo Domingo y se adentraba en la calle Honda para, a continuación, rodear el convento de los franciscanos y por lo que hoy es la calle San Antonio el Pobre llegar hasta la de los Cuatro Santos. La luz de los hachotes de cera de los penitentes iría precediendo a la Vera Cruz, el vacío altar del Sacrificio de Cristo. Y tras ella, el Yacente, tras el que irían autoridades civiles y religiosas. Tras éste, y cada uno en su trono, los familiares y amigos de Jesús lo acompañaban en este entierro, muy similar a los que podrían verse de cuando en cuando por las calles de la ciudad: Santa María Magdalena, Santa María Cleofé, Santa María Salomé, el apóstol San Juan, la Virgen de la Soledad.

Ese cortejo fúnebre de tronos de una sola imagen se mantendría sin variación entre 1663 y 1880, pero tras la reapertura de Santo Domingo como parroquia castrense (había sido abandonada de forma obligada por los dominicos en 1835 con motivo de la Desamortización), los marrajos cambian el discurso de su procesión del Santo Entierro, incorporando un Calvario (hasta 1881 no procesionó ningún crucificado en la Semana Santa de Cartagena) y uniendo en un solo trono las imágenes de las Santas Mujeres y la Vera Cruz. Renunciaban así a que la procesión fuera una escenificación del cortejo fúnebre de Cristo, adoptando una configuración más narrativa de los momentos vividos en el Calvario, algo que se acentuaría en años sucesivos con las incorporaciones de la Piedad (1906), el Descendimiento (1930), Jesús Nazareno (1934-1935 y desde 1950), Santo Amor de San Juan (1953-1959), Santo Entierro (1959), La Lanzada (1979) y el Expolio de Jesús (1984).

Sin embargo, y pese a todo ello, queda como herencia el papel preferencial del Yacente en la procesión del Santo Entierro –con independencia del hecho de procesionar en ella el Titular de la Cofradía- y el desfile tras el mismo de autoridades civiles y eclesiásticas.

  
Notas:

(1) Federico Casal. El Noticiero, 27 de marzo de 1945
(2) Este acto sigue pudiéndose ver hoy día en un convento dominico de Málaga, de donde parte el llamado Nazareno de Viñeros en la noche de Jueves Santo, llevando en sus manos lleva las llaves del sagrario que le han sido entregadas por el fraile dominico que ha celebrado los oficios.

Publicado en la revista 'Capirote' en 2009

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