viernes, 6 de junio de 2014

MURCIA HACE CIEN AÑOS: UN ESTRENO EN LA CUARESMA

 Para un nazareno murciano, retroceder cien años atrás le permitiría asistir, sin duda alguna, a procesiones que, aun en menor número que en la actualidad y con ligeras variaciones en la autoría de algunos pasos, le llevarían, sin duda alguna, a identificarse plenamente con ellas.

Sin embargo, cuando a través de las hemerotecas nos planteamos un acercamiento al ya lejano año de 1913, a la Semana Santa de hace un siglo, aparece un hecho que, aunque hoy pudiera parecernos dentro de la más absoluta normalidad, en aquel momento fue todo un hito para los murcianos, un suceso que a buen seguro fue motivo de comentarios durante toda la Cuaresma de aquel año, y que no fue otro que un estreno cinematográfico.

Por aquel tiempo, el cine ya llevaba algunos años siendo un elemento habitual en la ciudad de Murcia, en la que las primeras proyecciones tuvieron lugar en 1896, en locales situados en pleno centro de la ciudad (Trapería y Platería). Pese a no contar con una gran acogida, que si tuvo en otras ciudades, las proyecciones continuaron año tras año, con películas de la misma factoría Lumière que pronto pasaron a tener como escenario el Teatro Circo. Se trataba siempre, en todo caso, de películas de escasa duración, cortos que apenas duraban unos minutos.

En dicho contexto, es de imaginar el extraordinario impacto que hubo de tener en Murcia el estreno, durante la Cuaresma de 1913 del primer largometraje que reflejaba la Pasión de Jesús de Nazaret, un estreno del que dan cuenta los medios de la época y que, a buen seguro, despertó el interés de los nazarenos murcianos de hace una centuria.

Y es que mientras aquellos andaban reclamando al Ayuntamiento capitalino el arreglo de las calles por las que habrían de discurrir las procesiones de Semana Santa (“hemos llegado a un extremo desconsolador“ se escribía en el periódico local ‘El Tiempo’ el 1 de marzo de 1913) el Teatro Circo-Villar publicó un anuncio ese mismo día anunciando un “gran acontecimiento sensacional y religioso”, el estreno de ‘Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo’ y añadía, como referencia fundamental que “esta película ha merecido el honor de ser proyectada ante el Santo Padre en el Vaticano”. Un mérito que, en aquellos tiempos en que el cine era visto como algo menor (el Teatro Romea prohibía en su normativa la proyección de películas), no era desde luego para ignorar.

‘Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo’ no era la primera representación de la Pasión en el cine, pero sí la primera que se planteaba como largometraje (duraba cuarenta y cuatro minutos, frente a los diez que, como máximo tenían los estrenos de la época), y su éxito fue considerable.

Se trataba de una producción de los importantes estudios parisinos Société Pathé Frères (Compañía Hermanos Pathé), considerada como la productora de cine más importante del mundo hasta la Primera Guerra Mundial. ‘La Vie et la Passion de Notre Seigneur Jésus Christ’, que era su título original, fue rodada por Ferdinand Zecca, uno de los más afamados directores cinematográficos franceses de aquellos años, y consistía en una sucesión de escenas a modo de estampas en que se representaban diversos momentos de la Pasión.

Originalmente, el trabajo de Zecca, que comenzó en 1902, reprodujo dieciocho escenas, aunque antes de su estreno en 1905 el cineasta rodó diez más, que dividió en cuatro partes: la infancia de Jesús, su vida pública, la Pasión y la Muerte. Ante el éxito de las mismas, un colaborador de Zecca, Lucien Nonguet, otro director de la Compañía Pathé, añadió dos años después tres nuevas escenas: la Resurrección, el Sepulcro Vacío y la Ascensión, quedando pues la versión definitiva compuesta por un total de 31 escenas de la Vida de Cristo.

Para aumentar además el sorprendente resultado de aquella extraordinaria película, ésta fue coloreada, fotograma a fotograma por un equipo que los estudios franceses contrataron y que estuvo compuesto, ni más ni menos, que por cuatrocientas personas que durante un año dieron forma a lo que pasaría a ser conocido como Pathécolor.

El éxito de esta película fue espectacular. A ello contribuiría, como el mismo anuncio publicado en la prensa de Murcia reflejaba, el hecho de haberse proyectado en la Ciudad del Vaticano ante el papa Pío X, que había dado su aprobación a la misma.

Y es que la película fue considerada por la Iglesia Católica como una importante herramienta de evangelización, y así fue utilizada, cuentan diversas crónicas, por misioneros en África y Asia durante muchos años. El Archivo Vaticano conserva una copia original de la película, y “L’Osservattore Romano” publicó durante la Semana Santa de 2012 un interesante artículo sobre este primer largometraje de la Pasión.


Con toda probabilidad, su exhibición en Murcia durante tres días de la Cuaresma de 1913, sería motivo de comentarios y tertulias de muchos de los nazarenos que, hace un siglo, pusieron en la calle las procesiones murcianas.

Publicado en la revista 'Los Coloraos' (Murcia, 2013)


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