viernes, 28 de junio de 2013

LA PRIMERA HERMANDAD DE LA SANTA CARIDAD

“La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza”
(Benedicto XVI ‘Caritas in Veritate’)


Apenas veinte años después de la muerte de Cristo, Pablo de Tarso remitió desde Éfeso a Corinto una carta dirigida a la comunidad cristiana de dicha ciudad. En la misma (1 Co 13, 13) mencionó por vez primera las que con el tiempo serían conocidas como las tres virtudes teologales: la Fe, la Esperanza y la Caridad (el Amor), a la que consideraba la más grande de todas.

Con toda seguridad, éstas hubieron de convertirse en un referente importante en la vida de los primeros cristianos, como lo testimonia el hecho de que apenas unos años más tarde, a comienzos del siglo II, siendo Adriano emperador romano, fueran martirizadas en Roma Santa Sofía y sus tres hijas de 9, 10 y 12 años: Santa Caridad, Santa Esperanza y Santa Fe.

Con el paso de los años, las virtudes teologales formaron parte del cuerpo doctrinal de la Iglesia. Inocencio III, que fue Papa entre 1198 y 1216 se refiere a ellas, como también lo hizo Clemente V (1305-1314). Siglos más tarde serían objeto de debate en el Concilio de Trento y hoy aparecen en varias ocasiones en el Catecismo.

No es de extrañar, por tanto, que desde tiempos inmemoriales, la Caridad haya sido un referente en la vida de los cristianos, de aquellos que han querido profundizar en la Fe y llevar las enseñanzas de Cristo a su vida cotidiana.

LA HERMANDAD SEVILLANA DE LA CARIDAD

Las primeras referencias que hoy conocemos sobre una Hermandad de la Santa Caridad en España nos remontan a la Sevilla del siglo XV, aunque con unos fines muy concretos y diferentes a los que hoy podríamos encontrar en las cofradías y hermandades existentes en la ciudad hispalense: el de los enterramientos.

Por aquellos remotos años, no existían los cementerios tal y como los conocemos hoy día, que no comenzaron a impulsarse hasta el siglo XVIII y a materializarse de forma definitiva cien años después.

En la España medieval y en la primera Edad Moderna, los difuntos eran enterrados en las iglesias –cuando su familia podía hacerse cargo de los costes- o donde buenamente podían darles sepultura, algo que no estaba al alcance de los más desfavorecidos, de los pobres, los ajusticiados, los ahogados,… de aquellos que vivían en los más bajos estratos de la Sociedad.

Así, los orígenes de la Hermandad de la Santa Caridad no fueron otros que dar sepultura a aquellos cuyo cuerpo quedaba a la intemperie y abandonado, a los humildes y ejecutados. A los marinos que morían en el puerto sevillano. Por eso, la primera capilla –cripta- que construyó aquella hermandad fue conocida popularmente como la capilla de los ahogados.

Aquella continuó siendo su principal tarea durante los años siguientes, hasta que en el siglo XVII ingresó en la Hermandad Miguel Mañara (1627-1679), un aristócrata sevillano que no sólo revitalizó ésta, sino que, ya elegido Hermano Mayor, le encomendó nuevas tareas, al proponer la construcción de un Hospital desde el que atender a los mendigos y a los enfermos que no podían costearse una atención sanitaria.

Aquel hospital y aquella hermandad siguen siendo hoy un referente fundamental en la atención a los desfavorecidos en Sevilla. Miguel de Mañara, reconocido como Venerable por la Iglesia, se encuentra en proceso de beatificación.

EL EJEMPLO DE LA HERMANDAD SEVILLANA EN ESPAÑA

El ejemplo de la Hermandad andaluza se extendió con los años a otros puntos de España. Así, en 1693, un soldado llamado Francisco García Roldán, que formaba parte de la hermandad sevillana, es destinado a Cartagena, a bordo de la galera ‘San Miguel’. Allí funda el Hospital de Caridad, nacido al igual que la que podríamos considerar su ‘hermandad matriz’ para dar sepultura a los desfavorecidos y atención a quienes quedaban fuera por motivos económicos o de clase de la atención de médicos particulares, hospitales militares o de la orden de San Juan de Dios.

En 1767, en Ferrol se refundaba, tras un incendio, el antiguo hospital conventual del Espíritu Santo, que pasó a denominarse “Hospital de Caridad y Nuestra Señora del Buen Viaje”, creándose poco después una congregación para contribuir a sus fines, cuyas constituciones fueron aprobadas en 1782.

La atención a los desfavorecidos, su curación y en su caso darles cristiana sepultura fueron, desde sus orígenes, los fines de las más antiguas hermandades de la Caridad españolas.


Publicado en la revista 'Rosario Corinto' (Murcia) en 2013

FOTOGRAFÍA: Papiro 46 (datado entre 175 y 225 d.C.), uno de las copias escritas más antiguas del Nuevo Testamento. Contiene parte de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios.

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