miércoles, 14 de mayo de 2014

CONSTRUYENDO UNA GRAN AGRUPACIÓN. Wenceslao Tarín y José Ramón, presidentes de la Agonía

Siempre hemos escuchado que La Agonía nació en 1929 en el seno de la Asociación de Hijos de María del Patronato. En realidad, quizá sería más adecuado decir que la Asociación de Hijos de María asumió a partir del año siguiente una nueva función con su participación en la procesión del Viernes Santo, y que muy probablemente, en los primeros años de nuestra existencia no deberíamos hablar de una estructura o un devenir agónico diferenciado y totalmente independiente de la citada asociación.

Y es que aunque resulten determinantes en los libros de historia, no debemos caer en el error de pensar que las fechas fundacionales supusieron una configuración completa de la vida interna de las agrupaciones, pues éstas evolucionaron poco a poco hasta adquirir, con el paso de los años, muchos de los rasgos que hoy caracterizan a cada una de ellas haciéndola única e inigualable.

Del mismo modo, no debemos olvidar que en los primeros años, no sólo debía configurarse la personalidad de cada agrupación, sino que la misma existencia de éstas era una novedad en el seno de la cofradía, y que también ésta debía avanzar en el nuevo modelo existente, que la hizo más participativa, más abierta y numerosa en el número de sus miembros.

Aquellos jóvenes iniciaron un camino que habría de llevar a nuestra agrupación a constituirse como una de las más señeras de nuestra Semana Santa. Un camino en el que es de justicia reconocer la existencia de dos períodos extensos y muy marcados, aquellos que nos definieron como hoy somos: las presidencias de Wenceslao Tarín y de José Ramón, sin cuya eficaz dirección es imposible conocer la personalidad actual de los marrajos de la Agonía.

 Tarín, el hombre de la cofradía

Desde el comienzo, la cofradía buscó integrar a los jóvenes patronateros en su estructura, “hacerlos marrajos”. Tal y como nos contó por escrito Santiago Mediano, lo hizo en un principio emplazando a tres de sus comisarios: José Barberá y los hermanos Manuel e Ignacio Ramón en el seno de la agrupación. Manuel Ramón se convertiría, poco después, en el segundo de nuestros presidentes.

Aquellos jóvenes debían ser un grupo de amigos, compacto, unido por una forma común de ver las cosas. Por su parte, la cofradía, una vez finalizada la Guerra Civil, continuó su proceso de integración de las agrupaciones en su estructura, para lo que en muchos casos siguió destinando a algunos de sus comisarios como presidentes de las mismas.

Wenceslao Tarín Ruiz (1907-1972) fue elegido presidente de La Agonía al finalizar la Semana Santa de 1940, sin que en aquel momento formara parte de la agrupación. Contaba con tan solo 33 años, pero a esa edad ya había acumulado un más que notable currículo en la cofradía.

Hijo de una familia acomodada (su padre era notario), a los 17 años ya era Secretario de la Cámara de Comercio, y antes de la Guerra había sido penitente de la Soledad, miembro de la Agrupación de Granaderos y, en 1930, fundador de la Agrupación del Descendimiento, de cuya junta directiva fue Secretario, un cargo que también desempeñaría más tarde en la cofradía.

Aunque probablemente fuera el hecho de no ser elegido presidente del Descendimiento el que le llevara a la Agonía, lo cierto es que se integró en nuestra agrupación desde el primer momento y que ya, desde entonces, fue un agónico más, desarrollando una muy fructífera labor en la más larga de las presidencias que hemos tenido.

Durante 32 años, hasta su fallecimiento, presidió La Agonía, que comenzaba a crecer como agrupación marraja. Durante el mandato de Tarín se diseñarían además algunos de nuestros rasgos más característicos, además de incorporar el patrimonio más destacado.

Desde el primer momento de su presidencia, no sólo se repone lo desaparecido en la Guerra Civil, sino que se suman otros muchos cambios. La agrupación adopta un nuevo nombre (Santa Agonía en lugar de La Agonía), incorpora nuevos colores de su vestuario: los que desde entonces la han caracterizado (blanco y morado), enriquece su patrimonio gracias al mecenazgo de Juan Magro y se consolida en el seno de la cofradía marraja. Se instituye el Día de la Agrupación el Jueves Santo y se crea un nuevo tercio, el de la Vera Cruz.

Especialmente significativa resultaría la incorporación a partir de 1950 de una imagen de la Virgen a los pies del Cristo, primero con la Dolorosa que procesionaba también en la procesión del Encuentro (la “Virgen Guapa”) y a partir de 1964 con la Virgen de la Amargura, donada por el propio Tarín en recuerdo de su hija, fallecida el año anterior.

Junto al espíritu entregado y austero de los fundadores, la Agonía es ya una agrupación marraja de Semana Santa, madura y con una notable presencia en el devenir diario de la cofradía. Se emprenden medidas que, con el tiempo, serán determinantes en el desarrollo de la actividad ordinaria de los agónicos, como la financiación mediante la venta de lotería o la organización de obras de teatro. Se apela, en suma, al compromiso y a la rectitud de los agónicos, a su trabajo y a su buen hacer en la vida cotidiana y en el desfile.

Wenceslao Tarín falleció, siendo presidente de la Agrupación de la Santa Agonía y Vera Cruz el 31 de diciembre de 1972.

José Ramón, o la vuelta a los orígenes

El cambio de régimen político en España y una más que notable crisis económica caracterizaron la década de los setenta del pasado siglo. Una década que en nuestra agrupación culminaría con la elección en 1979 de José Ramón Ballesta como presidente.

Se abría una nueva etapa, y José Ramón, hijo de quien fuera presidente entre 1931 y 1940, aunaba en su persona todos los factores que marcarían algunas líneas maestras de su presidencia: era agónico de segunda generación y había vivido el sentimiento marrajo y agónico desde niño. Era, además, el primer presidente de la agrupación que a su llegada al cargo tenía amplia experiencia como directivo de la misma (durante tres décadas) y había sido penitente y vara del tercio.

Alumno del Patronato e Hijo de María, su formación posterior como ingeniero contribuía a que tuviera también un más que notable conocimiento de las cuestiones técnicas, algo que pudo aplicar también al conjunto de la cofradía, en la que durante muchos años fue Comisario General Técnico.

La presidencia de José Ramón se extendió a lo largo de dieciocho años, en los que se produjeron notables aportaciones al patrimonio de la agrupación y a su crecimiento, especialmente con la creación del tercio de la Condena de Jesús, que posibilitó la incorporación de la mujer a los desfiles procesionales de la misma. Sin embargo, quizá el rasgo más característico de este período es el esfuerzo realizado –y conseguido- por recuperar los lazos con los orígenes de la Agonía, que a medida que las generaciones iban sucediendo a aquellos que sentaron las bases de su creación, iban quedando atrás.

Así, las Juntas Generales volvieron a celebrarse en el Patronato, que acogió también las celebraciones del Día de la Agrupación cada Jueves Santo. El Cristo de la Agonía se situó al culto, primero en la capilla del Cuartel de Instrucción –donde había residido la primitiva imagen fundacional de la agrupación- y posteriormente en la capilla del Patronato, además de instituirse cada tarde de Sábado de Pasión el Traslado solemne de la imagen de nuestro Titular.

Procesionista del Año en 1990, autor de diseños de numerosos bordados, entre ellos los estandartes de los tercios de la Condena de Jesús y la Vera Cruz, bajo su mandato hubo notables incorporaciones al patrimonio agónico, pues además de todo cuanto supuso poner en la calle el tercio de la Condena, se logró por vez primera la existencia de un trono propio para la Vera Cruz, además de renovar la Cruz que lo preside. Se ampliaron y mejoraron los hachotes de la Agonía, se renovó completamente el sistema de iluminación del trono de la Agonía, se compusieron las marchas ‘La Condena de Jesús’ y ‘La Vera y Santa Cruz’,…

Pero, como digo, sus años como presidente permitieron, sobre todo, que la Santa Agonía del siglo XXI pudiera crecer sin olvidar sus raíces, sin dejar de honrar los principios que hace 84 años dieron origen a nuestra agrupación.



Publicado en la revista 'Agonía' en 2013

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