martes, 8 de junio de 2010

EL CÁLIZ, ALGO MÁS QUE EL SÍMBOLO DE LA PASIÓN. ¿UNA HERENCIA DEL ORIGEN MARRAJO?

Varios son los símbolos que podemos encontrar en las representaciones de la Pasión desde los mismos orígenes del cristianismo. Los clavos, la corona de espinas, los dados,… todos ellos simbolizan momentos concretos del martirio de Cristo. Uno los simboliza a todos: el cáliz.

Poco antes de ser prendido, ya en Getsemaní, Jesús oraba. La Pasión iba a comenzar y Él se dirigía al Padre pidiéndole que, si era posible, apartara ese cáliz, ese doloroso momento que se avecinaba.

Además, el cáliz, esa ‘copa de amargura’ tiene otra connotación importantísima para los cristianos, pues poco antes de marchar a Getsemaní, en la institución de la Eucaristía, Jesús lo emplea para compartir el vino, un vino que nunca volvería a beber con los suyos, que desde ese momento lo conmemorarían convertido ya en la sangre de Cristo.

Aúna así las connotaciones eucarísticas a las que simbolizan la Pasión.

Cuando en 1917 los marrajos elaboran unos nuevos Estatutos, recogerán un nuevo diseño para su escudo, el actual, que había realizado el tallista Juan Miguel Cervantes. Hasta ese momento los marrajos, la Cofradía que por excelencia llevaba tres siglos escenificando la Pasión de Cristo, se simbolizaban en un cáliz.

De aquellos tiempos queda alguna fotografía que muestra el escudo de la hermandad, un cáliz inscrito en una forma ovalada de la que emanan unos rayos. Un escudo que se situaba, como ahora el actual, en el frontal de los tronos marrajos y que era el que debía ir en las medallas de los hermanos de la cofradía. Del mismo, de su evolución, deriva el actual escudo de la Agrupación de la Santa Agonía.

Así, la creación de un trono insignia que abriera las procesiones de los marrajos y que albergara como motivo central el Santo Cáliz, era un acto de coherencia con una memoria histórica que siempre ha de tener en cuenta en sus actos una Cofradía de la solera y buen hacer de los marrajos. Su diseño por Francisco Portela tomaría forma en un trono pequeño, y que desde 1925 ha tenido diversos diseños, manteniendo por lo general el palio como señal de respeto sobre el mismo. Un palio que tenía una doble presencia en la procesión del Viernes Santo, sobre el cáliz y tras el Yacente, siempre sobre la sangre derramada.

Una cuestión que queda –de momento- como duda histórica en el siempre enigmático origen marrajo, es si esa presencia del cáliz como símbolo de la hermandad, la emparentará con la bien pudiera ser su antecesora, la Cofradía del Santísimo Sacramento y San Juan Bautista, que crearan los pescadores en torno a 1555 en la Iglesia Mayor (la Catedral Antigua), tal y como ha narrado Vicente Montojo en la Biblioteca Pasionaria editada por los Marrajos. Es claro que la simbología del cáliz es ciertamente eucarística, a la par que, como se ha dicho, pasional. También es sabido que los marrajos alegaban en 1684, en el pleito con la Orden Tercera de San Francisco, que antes de estar constituidos en Santo Domingo lo estuvieron en la Iglesia Mayor. La leyenda atribuye el origen de la Cofradía a los pescadores que sí está documentado que fueron los que pusieron en marcha la Cofradía del Santísimo Sacramento, que poco después evolucionaría excluyéndolos. ¿Bajaron entonces a Santo Domingo? Los documentos más antiguos de los del Santísimo Sacramento (llamados también de San Juan Bautista) datan de 1565, una fecha que durante décadas la tradición consideró como fundacional para los marrajos.

Un último dato: a raíz del pleito referido, los marrajos se ven obligados a rehacer sus Constituciones. La patente de la Cofradía a partir de entonces recoge las cinco fechas en que concentran sus principales festividades: Son éstas el Viernes de Dolores, el Día Primero del Año, el Día de San Juan Bautista, el Día de la Asunción y la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz (patente de 1716). ¿Por qué San Juan Bautista? ¿Por qué la Asunción –advocación mariana a la que estaba consagrada la Catedral Antigua-?

En todo caso parece que por entonces, los marrajos arrastrarían una tradición que les llevaría a fijar esas y no otras festividades, como también que actuaron en toda lógica al mantener la presencia importante del cáliz en las procesiones marrajas. Quien sabe si los estudios que puedan llevarse a cabo permitirán algún día ratificar estas hipótesis.

BIBLIOGRAFÍA:

Montojo, Vicente y Maestre de San Juan, Federico. La Cofradía de NP Jesús Nazareno (Marrajos) de Cartagena en los siglos XVII y XVIII. Ed. Cofradía Marraja, 1999.

Publicado en 2006 en la revista 'Capirote'

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