martes, 8 de junio de 2010

LOS ANTIGUOS ENTERRAMIENTOS MARRAJOS: LAS CRIPTAS DE LA CAPILLA DE NUESTRO PADRE JESUS NAZARENO

La vida cotidiana de los cartageneros en los siglos XVII o XVIII era, como podemos suponer, sumamente diferente a lo que conocemos en nuestros días. Los aspectos religiosos no se limitaban a una función devocional –pública o privada- o a la participación en los distintos oficios o sacramentos. La religión formaba parte de la columna vertebral de esa vida cotidiana y abarcaba los más distintos aspectos; podríamos decir que todo tenía, en cierto modo, una consideración desde lo religioso.

Cartagena presentaba, además, una circunstancia peculiar y diferencial en el aspecto del culto, pues la presencia diocesana a través de iglesias o parroquias era muy reducida, frente a una amplísima representación de órdenes religiosas con conventos en la ciudad. Por tanto, la impronta de dominicos, agustinos, carmelitas o franciscanos se dejaba ver en la Cartagena espiritual de aquellos años.

Acercándonos a la materia que nos ocupa, una circunstancia vital con clara vinculación religiosa era la de los enterramientos. Los cementerios civiles aún tardarían siglos en aparecer, y tras el fallecimiento de alguien solían plantearse dos importantes quebraderos de cabeza: uno espiritual, como era el rezar por el alma del difunto, y otro material, su enterramiento.

Las familias de menor nivel de ingresos destinaban la mayor parte de los mismos a su alimentación. Cualquier otro gasto era de difícil acometida. Las Cofradías, en buena medida, venían a dar solución al primer problema, el material, al hacerse cargo del entierro de los hermanos de la misma. A ello sumaban además una decisiva intervención en el aspecto espiritual, celebrando misas por el alma del fallecido. Pertenecer a una Cofradía, al margen de las actividades propias de ésta, era algo más que una cuestión de devoción, como puede verse.

Muchas fueron las Cofradías existentes en la Cartagena de la primera Edad Moderna. Cofradías que, hemos de pensar, tenían un aspecto devocional y social, por lo que debemos de huir, de entrada, de la identificación entre Cofradía y Semana Santa, algo que llegaría después, y sólo en algún caso, como en el de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

El origen de la Cofradía Marraja es, como sabemos, incierto. Conocemos que desde el siglo XVII se encuentra ubicada en el antiguo convento de San Isidoro (más tarde Santo Domingo) de la Orden de Predicadores (Dominicos). Allí cuenta desde 1641 con capilla de su propiedad. Sin embargo, tanto la tradición como algunos indicios históricos hablan de que la Cofradía podía ser más antigua. En 1684 la Cofradía entabla un pleito, cuya documentación se conserva, con la Orden Tercera de San Francisco, acerca de la antigüedad de ambas corporaciones de cara al orden de la procesión del Corpus. Alegan ya entonces no poseer documentación sobre su origen, pero sí que estaban previamente constituídos en la Catedral Antigua. ¿Sería esto cierto?

Parece complicado, aunque no es descartable, que la Cofradía hubiera sido fundada en el siglo XVI y no se conservara dato alguno al respecto, máxime cuando sí se tiene constancia de un buen número de cofradías cartageneras en dicha centuria. Sin embargo, a este respecto, existe una duda razonable que podría aclarar este misterio, y sería el hecho de que la misma hubiera cambiado de nombre con el paso de los años. Esta hipótesis se vería reforzada con la tradición oral, que no sólo establece el siglo XVI como el de la fundación, sino que vincula la misma a los pescadores.

Tal y como escribe Vicente Montojo, los pescadores fundan en torno a 1555 la Cofradía del Santísimo Sacramento, también llamada de San Juan Bautista. Esta última advocación venía ligada de lejos a las tradiciones de este gremio, pues curiosamente procesionaban con la misma hasta el llamado Zaraiche, a un antiguo convento agustino. El Zaraiche es la zona agrícola de Cartagena que años después sería conocida como Santa Lucía…

Si los del Nazareno instalados en el convento dominico en el XVII eran los mismos pescadores que contaban con capilla propia en la catedral y que fundaron la Cofradía del Santísimo Sacramento es una de esas nuevas incógnitas que hemos de despejar, y herramientas, aunque escasas, no faltan para ello.

Con motivo de las obras de excavación que el Ayuntamiento ha venido desarrollando en la Catedral Antigua, los arqueólogos han procedido al estudio del subsuelo de la capilla de los pescadores. Bajo la misma, un buen número de enterramientos, todos ellos con medallas, algo que podría indicar su pertenencia a una misma hermandad. Estos enterramientos llegan hasta el siglo XVII.

Bajo la capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, junto a la actual iglesia castrense de Santo Domingo, nos consta que existen también un buen número (cercano a los dos centenares) de enterramientos de los siglos XVII y XVIII. Una cifra que indicaba que estos no podían haberse producido simplemente en fosas por elementales cuestiones de espacio. Bajo la capilla debía haber una cripta, y de hecho así lo indicaban las fuentes escritas, principalmente los documentos notariales que Montojo y Maestre han investigado y publicado en la Biblioteca Pasionaria o en soporte digital.

Investigar esta cripta requería en primer lugar de una necesaria tarea de delimitación, de cara, por un lado a confirmar su existencia, y de otro a conocer sus contornos, su estructura y su grado de conservación, antes de proceder a cualquier otra tarea. Para ello, y tras obtener la autorización del Hermano Mayor, el pasado mes de junio de 2005, y con la colaboración y asesoramiento de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena a través del Museo Arqueológico Municipal, se realiza un sondeo con radar a través de una empresa especializada que delimita las dimensiones de las criptas existentes bajo la capilla del Nazareno. Se trata de una superficie principal de tres metros de altura situada bajo el camarín y el altar de la capilla, espacio del que parten sendos pasillos abovedados paralelos ambos y paralelos a la calle Mayor, llegando uno de ellos hasta mediada la capilla y otro hasta la misma reja que la separa de Santo Domingo, lugar en que finaliza el estudio. Existe además otra fosa situada a los pies de la capilla. Según el estudio, la piedra se encuentra en buen estado.

Por lo que se ha podido adivinar, estaríamos ante una construcción muy parecida a la antigua cripta del Convento de San Diego, hoy incluida en el recinto de la muralla púnica, una cripta que perteneció a la Cofradía de San Juan Nepomuceno y que debió ser coetánea de la de los marrajos, que, en todo caso, sería más pequeña. Esta semejanza indicaría la posibilidad de encontrar toda ella decorada con pinturas murales reflejando escenas mortuorias, como la “Danza de la Muerte”, un espectáculo de origen medieval (data de mediados del siglo XIV) que protagonizaba un mensajero de Dios que iguala a todos (desde el Papa al más pobre de los hombres) en el momento de la muerte y recuerda a los vivos que van a morir.

No es previsible, sin embargo, que una cripta de esta naturaleza albergue un patrimonio del tipo de altar o retablo de talla, puesto que su situación subterránea (accesible, eso sí, hasta la década de los setenta del pasado siglo) no invitaría a una fuerte inversión en este sentido. Sin embargo, la posibilidad de encontrar epitafios o inscripciones funerarias de los marrajos enterrados bajo la misma, acercaría a la Cofradía a un conocimiento de sus orígenes mayor del que hasta ahora ha tenido, y que difícilmente conseguirá de otro modo.

Esta cripta dejó de utilizarse, según todos los indicios, a finales del XVIII, momento en que las pésimas condiciones de salud pública llevaron a las autoridades a descartar los enterramientos en las iglesias o sus cementerios adyacentes, construyéndose nuevos camposantos en las afueras. Cerrada aunque accesible, es previsible que la misma se conserve intacta, tal y como fue hace siglos. Por ello, no estamos tan sólo ante la oportunidad de que los marrajos conozcamos algo mejor nuestro origen, sino que la misma ciudad de Cartagena se encuentra ante la posibilidad de conocer un nuevo eslabón de su rica historia, en este caso de los años del lejano Barroco.

Publicado en 'Ecos del Nazareno' 2006

ACTUALIZACIÓN: Las criptas situadas bajo la capilla marraja fueron objeto de una cata arqueológica en el verano de 2006, mediante la cual se delimitó el espacio primitivo de la capilla así como la estructura de las diferentes criptas, en las que no se encontraron restos humanos ni decorativos, sino que habían sido rellenadas con escombros, probablemente del derrumbe del campanario en el siglo XIX.

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